¿Por qué nos cuesta tomar decisiones ?
Analicemos esta metáfora:
La madre lleva a su hijito al quiosco. Frente a la gran variedad de golosinas que se ofrecen, el niño lo quiere todo. Entonces, la madre le dice:—¡Rápido, elige que se hace tarde!. Ella no se da cuenta de que el niño no puede decidirse porque ¡lo quiere todo!. Sin embargo, ante la presión de la madre, elige una chocolate. Ambos se alejan del quiosco. El niño empieza a comer su chocolate, pero se le caen las lágrimas y le duele la barriga.—¿Qué te pasa? —pregunta entonces la madre.—No lo sé, no lo sé… —responde el niño.
Lo que ocurre es que en su interior sigue mirando todo lo que perdió. Está llorando por lo que dejó.
Hay personas que tardan en tomar decisiones o siempre deciden mal. ¿Por qué?. Porque en el momento de decidir debemos poner el foco en lo que ganamos o en lo que perdemos, porque siempre que decidimos, necesariamente ganamos algo o perdemos algo. Si cuando tomo una decisión me concentro en lo que pierdo, el que pierde soy yo. Del mismo modo, si mi atención está puesta en lo que gano, el que gana soy yo.
Si en el ejemplo anterior el niño puede poner el foco en lo que gana, disfruta de su chocolate. Si, en cambio, sigue pensando en lo que perdió, no disfruta de su chocolate. Si comeel chocolate y no le gusta, sabe que mañana será otro día y que podrá volver a elegir. Algo semejante les sucede a las personas que forman pareja y no la pueden disfrutar porque “lloran la pareja que perdieron”.
Vivir es elegir. No hay forma de transitar la vida sin tener que elegir entre varias opciones. Y toda elección lleva implícita una pérdida. Por ejemplo, cuando en el restaurante eliges un plato, sabes que te estás perdiendo todos los demás, pero no lo vives como una pérdida porque elegiste lo que te gustaba. La ganancia de tu elección es mayor que la pérdida, pero si no eliges, pierdes.
¿Y si no queremos perder nada?. En ese caso tenemos que medir dónde vamos a poner el foco, porque el que todo lo quiere nada tiene. Cuando decido qué es prescindible —es decir, a qué decir “no” — y qué es imprescindible, o sea, a qué decir “sí”, puedo negociar, puedo elegir qué pierdo y qué gano. Veamos esta idea a través de dos situaciones:
Imaginemos que a las siete de la tarde juega Boca Juniors, “el equipo de mis amores”. Habitualmente salgo a las seis y media del trabajo. Por la mañana, cuando llego a la oficina, ya estoy tenso porque sé que tardo una hora en volver a casa. Cuando son las seis y media, salgo corriendo, piso el acelerador del coche, a riesgo de que ocurra un accidente. Finalmente llego a casa. Entro de mal humor y sin saludar a nadie. Ya he llegado tarde, así que miro el partido, pero no lo disfruto. Incluso la cena me sienta mal. Estoy pensando en lo que perdí. Ahora imaginemos que elijo sabiendo que algo tengo que perder. Decido hablar con mi jefe y le digo: “En vez de tomarme mi hora de almuerzo, hoy voy a trabajar, así puedo salir una hora antes.” Entonces puedo ir a trabajar, puedo salir temprano, puedo conducir tranquilo, puedo llegar a casa a tiempo y de buen humor y puedo disfrutar del partido y la cena, porque he elegido qué perder y he elegido primero qué ganar.
Cuando aprendemos a elegir sabemos que algo vamos a perder, pero ponemos la atención en lo que vamos a ganar. ¡Esta es la fórmula para tomar siempre buenas decisiones!
¿Cómo tomar decisiones?
Todos tomamos cientos de decisiones al día. Decidimos desde pequeñas cosas —a qué hora nos levantamos, qué desayunamos, qué ropa nos ponemos— hasta asuntos mucho más trascendentales. La vida misma consiste en tomar decisiones. Si hoy estás en el lugar donde estás es porque ayer tomaste determinadas decisiones, y mañana estarás justamente en el lugar al que te lleven las decisiones que tomaste hoy.
Cada decisión es una semilla que se cosechará. En otras palabras, cada decisión tiene consecuencias. Así, una mala decisión puede traer consecuencias nefastas a tu vida, mientras que una decisión sabia puede traer enormes bendiciones.
Algunos errores que nos llevan a tomar malas decisiones:
Decidir rápidamente cuando estamos en crisis.
Decidir sin tener suficientes elementos
Decidir sin hacer un “análisis de mercado”
Decidir sin considerar otras opciones
Decidir mientras estamos enfadados.
Decidir sin buscar consejo.
Decidir impulsivamente
Decidir por entusiasmo.
En lugar de evitar el error y no decidir, reconozcamos el error y sigamos adelante. Todos tomamos malas decisiones, lo importante es poder reconocerlo y continuar. Un error no puede someterte a vivir en el pasado. No trates de recuperar el pasado en lugar de mirar hacia delante. Y cuando se trata de decisiones importantes como una mudanza o un cambio de trabajo es muy importante buscar mentores, gente de experiencia que pueda darte su visión. El rey Salomón, el hombre más sabio del mundo,escribió en su libro de Proverbios: “En la multitud de consejeros está la sabiduría.”
En segundo lugar, es fundamental que hagas deducciones en equipo, que hagas participar a tu familia, a tu pareja, ya que todos los involucrados deben tomar parte en las decisiones trascendentales. Después de considerar quién gana y qué decides perder, pon una fecha tope. Cuando llegue esa fecha, decide con los elementos que analizaste. Podemos decidir mirando hacia atrás y viendo qué logramos y qué no, o mirando hacia delante y viendo lo que queremos lograr. Decidimos mirando hacia atrás cuando tenemos asignaturas pendientes, cosas que no logramos en el pasado, y estamos dispuestos a tomar decisiones para cerrar esas etapas. Cuando decidimos en base a lo que queremos lograr, las decisiones son mejores en cantidad y calidad.
Si lo que quiero lograr es algo que aún no logré y sí quiero lograr en mi mañana porque está en mi agenda, la decisión será buena.
Leí acerca de un piloto que iba en su avión junto a un joven aprendiz. Cuando estaba a punto de aterrizar, una fuerte ráfaga de viento hizo que el avión perdiera estabilidad. Rápidamente el piloto decidió tomar altura y así sorteó la dificultad. Una vez que todo estuvo en calma, el aprendiz le preguntó:—¿En qué momento optaste por tomar esa decisión? El hombre respondió:—Tomé esa decisión hace quince años, cuando estudiaba en la escuela de pilotos.
Cada vez que tomemos buenas decisiones, seremos capaces de mantenerlas en el tiempo. Recuerda que: Tomar buenas decisiones es lo que nos va a permitir ir desde donde estamos hacia donde queremos estar.
Fragmento de: Bernardo Stamateas. “Mas gente toxica”.
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