El amor, el amor, a propósito del mes llamado del amor y la amistad, leyendo un libro de Kahlil Gibrán me encontré con este texto que les quiero compartir, acerca de este sentimiento, que es más profundo de lo que nos declara un festejo anual.
El Amor
Entonces dijo Almitra: Háblanos del Amor.
Y él alzó la cabeza y miró a la multitud, y un silencio cayó sobre todos, y con fuerte voz respondió:
Cuando el amor os llame, seguidle,
aunque sus caminos sean duros y escarpados.
Y cuando sus alas os envuelvan, doblegaos a él,
aunque la espada oculta entre sus plumas pueda heriros.
Y cuando os hable, creed en él,
aunque su voz pueda desbaratar vuestros sueños así
como el viento del norte convierte al jardín en hojarasca.
Porque así como el amor os corona, os crucifica.
Así como os hace crecer, también os poda.
Así como se eleva hasta vuestras copas
y acaricia vuestras más frágiles ramas que tiemblan al sol,
también penetrará hasta vuestras raíces y las sacudirá de su arraigo
a la tierra.
Como espigas de trigo, os cosecha.
Os apalea para desnudaros.
Os trilla para libraros de vuestra paja.
Os muele hasta dejaros blancos.
Os amasa hasta que seais ágiles,
y luego os entrega a su fuego sagrado, y os transforma
en pan sagrado para el festín de Dios.
Todas esas cosas hará el amor por vosotros para que
podáis conocer los secretos de vuestro corazón, y con
este conocimiento os convertiréis en un fragmento
del corazón de la vida.
Pero si en vuestro temor sólo buscáis la paz del amor,
el placer del amor, las mieles del amor,
entonces más vale que cubráis vuestra desnudez
y os aparteis de la senda del amor.
Para que entréis en el mundo sin estaciones, donde
reiréis, pero no todas vuestras risas, y lloraréis,
pero no todas vuestras lágrimas.
El amor sólo da de sí y nada recibe sino de sí mismo.
El amor no posee, y no quiere ser poseído.
Porque al amor le basta con el amor.
Cuando améis no debéis decir: “Dios está en mi corazón“,
sino más bien “estoy en el corazón de Dios”.
Y no penséis que podéis dirigir el curso del amor,
porque el amor, si os halla dignos, dirigirá él
vuestros corazones.
El amor no tiene más deseo que el de alcanzar su plenitud.
Pero si máis y habéis de tener deseos, que sean estos:
De diluiros en el amor y ser como un arroyo que
canta su melodía a la noche.
De conocer el dolor de sentir demasiada ternura.
De ser herido por la comprensión que se tiene del amor.
De sangrar de buena gana y alegremente.
De despertarse al alba con un corazón alado y dar
gracias por otra jornada de amor.
De descansar al mediodía y meditar sobre el éxtasis del amor.
De volver a casa al crépusculo con gratitud,
y luego dormirse con una plegaria en el corazón para el bien amado, y con
un canto de alabanza en los labios.
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